– Si te suscribes, te contaré historias de mi vida y de la vida de otras personas con mensajes potentes. Quizás te gusten y quizás no. Si te suscribes lo sabrás.
– A veces te removerá lo que lees. A veces incluso te cabrearás leyendo. Piensa en porqué eso que lees te cabrea. Hay algo que rascar ahí. Llámame lo que quieras, pero rasca bien.
– Te hablaré del único ingrediente que tienes que eliminar de tu vida para salir de donde estás y empezar a vivir una vida plena en la que te guste lo que te rodea, lo que haces y en la que te gustas mucho tú.
Sí, sólo un ingrediente. No dos. Ni tres. Uno.
– Seré tu inspiración o el objeto de tus insultos pero mis historias no son de personas cuyos días son igual al anterior (y al siguiente) así que te harán sentir algo, aunque sea que las ha escrito un protozoo disléxico.
– Antes de que alguien se ofenda (o después): no tengo nada en contra de los disléxicos porque yo también lo soy. O lo fui. Nunca he sabido si eso se "deja de ser" pero no me importa. Nunca me ha supuesto un problema.
– Y, si, si te suscribes es muy posible que te cuente mi historia como disléxica. No esperes gran emoción porque, ya te digo, nunca ha supuesto un trauma.
– Tienes ganas de volver a sentir mariposas en el estómago pero has aceptado que la vida es lo que tienes ahora y no hay más. Si te suscribes, te mostraré mediante historias reales, especialmente la mía, que las puedes volver a sentir.
– Yo no hablo de milongas, me aburren. Lo que cada día en mis emails es lo que he vivido (y vivo). En el último capítulo de mi libro tienes más detalles.
– Si eres de las personas que dicen que el desarrollo personal es una patraña pero no viven la vida que quieren y son esclavos de un sistema que no eligieron, no te suscribas. Esto no es para ti.